El parqué
Descensos significativos
Existe una acusada sensación de inquietud en el bético ante la inminente temporada. La mudanza a la Cartuja es como un miedo a lo desconocido y a que esa comunión existente en Heliópolis entre equipo y afición sufra un retroceso. Hay una fe inquebrantable en el equipo, que será mejor tras los obligados retoques que han de producirse en el sistema defensivo, sobre todo en las líneas encargadas de encajar menos de lo encajado en este curso. La frase de Pellegrini tras la final fue concluyente: “Nos llegan poco y nos marcan mucho” sentenció el chamán andino, ergo...
Hay entera confianza en el grupo dirigente, pues a la vista está el Betis más organizado que se recuerda. Y esas cinco participaciones continentales consecutivas no hacen más que avalar a los que manejan la barca. O sea que no cabe discusión alguna sobre lo que vaya a suceder en la yerba, pero eso no es todo.
Inquieta la mudanza, sobre todo por las dificultades que presenta el acceso. El acceso era uno de los argumentos que se esgrimían cuando el estadio estaba en sus balbuceos y la verdad es que las promesas nunca se cumplieron y asistir a cualquier espectáculo en el mal llamado estadio Olímpico suele crear un caos circulatorio que suele hacer metástasis en toda la ciudad. Dicen que ese problema estará subsanado cuando el balón eche a rodar, pero son tantas la promesas incumplidas que ahora, cuando estamos a dos meses del arranque liguero, la inquietud sigue latente.
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